viernes, 6 de abril de 2012

The intouchables

La imparable ascensión en taquilla de este film sencillo todavía es un fenómeno en nuestro territorio patrio al igual que lo ha sido en la nación gala de la que es origen. El boca a boca y el misterio por descubrir una gran obra en una pequeña película han creado parte de la magia que ha arrastrado a la friolera cifra de un millón de espectadores en tres semanas a las salas de cine en nuestro país...

¿Qué tiene un film como éste, -que en muchas circunstancias podría haber pasado desapercibido-, en un momento como éste? Un brote verde en medio de las disparadas y disparatadas cifras de déficit. Una historia real esperanzadora en medio de una de las peores crisis de nuestra historia. Encontrar la dicha en medio de la desolación irreparable de la parálisis. Ése es el quid de esta propuesta que descubre el no tan obvio oasis en el desierto, que solo estaba justo enfrente de nuestras narices.


La felicidad no consiste en lograr grandes metas, ni en ser admirado, ni pasarse la vida nadando entre billetes de 500... Saber disfrutar de la vida en la circunstancia en la que estés, estar en la compañía que te haga pasar unas impagables carcajadas diarias y sobre todo, vivir la invalidez como si no fuera un obstáculo para ser feliz, ni sentirse compadecido las 24 horas, forman parte de los verdaderos secretos de esta propuesta. Toledano y Nakache han hecho gran favor al respetable al no someterle a una sesión lacrimógena inmisericorde.

La autenticidad de la química entre los dos protagonistas es la baza más elemental sobre la que se sostiene el éxito de esta cinta. La aristocrática contención dramática del personaje interpretado por François Cluzet en contraste con el incontestable encanto natural del Driss de familia disfuncional de Omar Sy crean la circunstancia perfecta para que fluyan los diálogos y las situaciones cómicas. El clásico de la atracción de los polos opuestos funciona.

Un relato sencillo que llega al espectador por su espontaneidad y campechanía, basado e inspirado en hechos reales que nos hacen pensar que estas buenas historias también podrán ocurrirnos a nosotros. Incluso, con un broche de oro final tan alentador que hasta hace que parezca un sueño su verosimilitud... Pero, en fin, por qué vamos a negar las bienaventuradas probabilidades de que ocurra lo mejor... ¿por qué no?

¿Lo compramos?