domingo, 2 de marzo de 2014

Suyo

Una ruptura. Todo parte de una dolorosa, punzante, hiriente, lacerante... y desagradable ruptura sentimental que provoca en Theo, interpretado con delicadeza y sensibilidad elogiables por Joaquin Phoenix, aislamiento, tristeza, insomnio, ansiedad... todo un duelo. Dejando un alma rota y herida y con años por delante por cicatrizar. Una papel perfecto para el perturbado de Phoenix que le sale tan natural como respirar o tomar café. La posibilidad de empezar una relación virtual con un sistema operativo es cuan menos una propuesta escalofriante de lo estremecedoramente real que puede llegar a ser.


Durante la proyección, dos personas se salieron a mitad de película -¿espantadas? ¿aburridas? ¿asustadas?- como dos oscuras sombras a contraluz entre los 'pucheros' de Theo y el niño palabrotero de 4D. Justo en ese momento coincidí con ellos. Tuve que agarrarme a los posabrazos para no levantarme de la butaca, mientras me removía amotinada en mi asiento. La idea de que alguien pudiera tener una relación con un sistema operativo configurado para ofrecer la mejor respuesta posible para el usuario me resultaba cuanto menos perturbadora. "Pero, ¿acaso el amor entre dos personas no tiene parte de irrealidad?", me comentaban unos amigos míos en una acalorada discusión sobre el tema.

Y es cierto, la imagen idealizada que se hacen los enamorados de su flechado amor tiene un cierto porcentaje de fantasía que más adelante cuando se rompe el 'hechizo' provoca rupturas... o terremotos emocionales. Pero, ¿y si el 100% fuera irreal? A mí me parece un atentado. La vida no siempre es fácil. Nadie sabe vivir, todos improvisamos, pero no atreverse a vivirla o hacerlo en base a una ficción desde luego que es mi corazón el que se rompe al verlo.

Un síntoma bueno de 'Her' es que precisamente despierte estos debates, que plantee dilemas y te den ganas de meterte debajo del asiento con el discurrir de los acontecimientos. Tras esta digresión moral, en este largo del original y siempre sorprendente Spike Jonze es impresionante el protagonismo de los silencios, orquestados en una maravillosa dirección de fotografía que hace una joya pictórica de cada escenario y cada fotograma, armado de colores apacibles y melancólicos que respiran una gran belleza.

La soledad silente del protagonista, casi hermética, se invade y se conquista por la voz rota y seductora de Scarlett Johansson como ordenador superdesarrollado. Un desamparo que guarda también de forma inteligente un espacio para el humor con un guión que explota acertadamente todas las posibilidades y lo acerca a una película redonda. Lenta, plácida y mansa, como sus colores, se saborea en un día sin agobios, sin armaduras para disfrutar de la poesía de lo sensible.