Mi héroe... es ese al que persigo.
Cuando tenía 15 años, una persona que aprecio me preguntó:
- "¿Quién es tu héroe?"
Le dije:
- "Dame dos semanas para pensarlo".
Volvió dos semanas después, me hizo la misma pregunta y yo respondí:
- "He estado pensando... y mi héroe soy yo, en 10 años".
Así que cumplí los 25, y esa misma persona vino y me lo volvió a preguntar:
- "Así que... ¿ya eres un héroe?"
Y contesté:
- "...¡Ni me acerco!"
Y él me dijo:
- "¿Por qué?"
- "No no... mi héroe soy yo con 35 años".
Así que cada día, cada semana, cada año... mi héroe siempre estaba a 10 años de distancia. Nunca voy a ser mi héroe. No lo voy a conseguir, sé que no. Pero eso está bien, porque mantiene en mí la idea de perseguir a alguien a quien alcanzar.
No he podido dejar de poner el gran speech de McConaughey en la última gala de los Oscars 2014 tras ganar la estatuilla al Mejor Actor Protagonista. Someone to chase... ¡me encanta! Bravo.
lunes, 9 de junio de 2014
domingo, 2 de marzo de 2014
Suyo
Una ruptura. Todo parte de una dolorosa, punzante, hiriente, lacerante... y desagradable ruptura sentimental que provoca en Theo, interpretado con delicadeza y sensibilidad elogiables por Joaquin Phoenix, aislamiento, tristeza, insomnio, ansiedad... todo un duelo. Dejando un alma rota y herida y con años por delante por cicatrizar. Una papel perfecto para el perturbado de Phoenix que le sale tan natural como respirar o tomar café. La posibilidad de empezar una relación virtual con un sistema operativo es cuan menos una propuesta escalofriante de lo estremecedoramente real que puede llegar a ser.
Durante la proyección, dos personas se salieron a mitad de película -¿espantadas? ¿aburridas? ¿asustadas?- como dos oscuras sombras a contraluz entre los 'pucheros' de Theo y el niño palabrotero de 4D. Justo en ese momento coincidí con ellos. Tuve que agarrarme a los posabrazos para no levantarme de la butaca, mientras me removía amotinada en mi asiento. La idea de que alguien pudiera tener una relación con un sistema operativo configurado para ofrecer la mejor respuesta posible para el usuario me resultaba cuanto menos perturbadora. "Pero, ¿acaso el amor entre dos personas no tiene parte de irrealidad?", me comentaban unos amigos míos en una acalorada discusión sobre el tema.
Y es cierto, la imagen idealizada que se hacen los enamorados de su flechado amor tiene un cierto porcentaje de fantasía que más adelante cuando se rompe el 'hechizo' provoca rupturas... o terremotos emocionales. Pero, ¿y si el 100% fuera irreal? A mí me parece un atentado. La vida no siempre es fácil. Nadie sabe vivir, todos improvisamos, pero no atreverse a vivirla o hacerlo en base a una ficción desde luego que es mi corazón el que se rompe al verlo.
Un síntoma bueno de 'Her' es que precisamente despierte estos debates, que plantee dilemas y te den ganas de meterte debajo del asiento con el discurrir de los acontecimientos. Tras esta digresión moral, en este largo del original y siempre sorprendente Spike Jonze es impresionante el protagonismo de los silencios, orquestados en una maravillosa dirección de fotografía que hace una joya pictórica de cada escenario y cada fotograma, armado de colores apacibles y melancólicos que respiran una gran belleza.
La soledad silente del protagonista, casi hermética, se invade y se conquista por la voz rota y seductora de Scarlett Johansson como ordenador superdesarrollado. Un desamparo que guarda también de forma inteligente un espacio para el humor con un guión que explota acertadamente todas las posibilidades y lo acerca a una película redonda. Lenta, plácida y mansa, como sus colores, se saborea en un día sin agobios, sin armaduras para disfrutar de la poesía de lo sensible.
Durante la proyección, dos personas se salieron a mitad de película -¿espantadas? ¿aburridas? ¿asustadas?- como dos oscuras sombras a contraluz entre los 'pucheros' de Theo y el niño palabrotero de 4D. Justo en ese momento coincidí con ellos. Tuve que agarrarme a los posabrazos para no levantarme de la butaca, mientras me removía amotinada en mi asiento. La idea de que alguien pudiera tener una relación con un sistema operativo configurado para ofrecer la mejor respuesta posible para el usuario me resultaba cuanto menos perturbadora. "Pero, ¿acaso el amor entre dos personas no tiene parte de irrealidad?", me comentaban unos amigos míos en una acalorada discusión sobre el tema.
Y es cierto, la imagen idealizada que se hacen los enamorados de su flechado amor tiene un cierto porcentaje de fantasía que más adelante cuando se rompe el 'hechizo' provoca rupturas... o terremotos emocionales. Pero, ¿y si el 100% fuera irreal? A mí me parece un atentado. La vida no siempre es fácil. Nadie sabe vivir, todos improvisamos, pero no atreverse a vivirla o hacerlo en base a una ficción desde luego que es mi corazón el que se rompe al verlo.
Un síntoma bueno de 'Her' es que precisamente despierte estos debates, que plantee dilemas y te den ganas de meterte debajo del asiento con el discurrir de los acontecimientos. Tras esta digresión moral, en este largo del original y siempre sorprendente Spike Jonze es impresionante el protagonismo de los silencios, orquestados en una maravillosa dirección de fotografía que hace una joya pictórica de cada escenario y cada fotograma, armado de colores apacibles y melancólicos que respiran una gran belleza.
La soledad silente del protagonista, casi hermética, se invade y se conquista por la voz rota y seductora de Scarlett Johansson como ordenador superdesarrollado. Un desamparo que guarda también de forma inteligente un espacio para el humor con un guión que explota acertadamente todas las posibilidades y lo acerca a una película redonda. Lenta, plácida y mansa, como sus colores, se saborea en un día sin agobios, sin armaduras para disfrutar de la poesía de lo sensible.
domingo, 16 de junio de 2013
Ende der Snochzeit (Fin de la veda)
Sí, seguramente no estéis entendiendo nada de este título... y no, no he empezado clases de alemán ni de noruego. Se trata de la última película del reciente Festival de Cine Alemán 2013, que es la que me ha inspirado para volver a escribir en este blog, ya falto de temáticas que me motivaran... Traducido se queda en 'Fin de la veda' y solo puedo empezar por desvelar su esencia... Clara, desnuda, transparente, sencilla, dura... Así es la realidad que se enmarca en el fantástico estilo del moderno cine germano, que sin importar la época en la que transcurre convulsiona como el que más nuestras realidades contemporáneas y superándose año tras año para mantener muy alto el listón.
Una realidad sin tapujos ni artificios, que, sin llegar al Dogma de Von Trier, da de lleno en los problemas y dramas, que a día de hoy nos sacuden sin sentido ni comprensión. Traspasa, cala y conmueve, porque miramos cara a cara a la descarnada realidad de nuestro verdadero ser. Nos miramos por dentro, sin piel ni hueso, a los ojos del alma. Nos damos de bruces con una impiedad de la vida y con esas pequeñas miserias que nos destrozan sin importar lo pequeñas que sean.
La callada pasión de las miradas y la contención imperiosa que ruge en el silencio sacuden taimadamente al espectador gracias a la excelente interpretación de los actores y a un notable guion. Unas escenas tan realistas y rebosantes de sentido que golpean a las conciencias por la verosimilitud de su innegable certeza. Un largo que habla tan claramente de los problemas y que además se guarda un irónico y pícaro giro para el final que trastorna el panorama maniqueísta pretendido desde el principio hasta el final.
El primer largometraje de Franziska Schlotterer, lo firma con un notable alto. La verdad es que hay poco que decir en contra de una obra que te deja pensando tardes, noches y días después de sus dos horas de proyección, intentando analizar, desgranar y comprender tal actitud de un personaje, tal escena, tal fotograma... Comparado con cierta grama del cine hollywoodense, por fin, tengo la suerte de ver después de mucho tiempo, una película donde no nos tomen por tontos. Donde no nos tenga que explicar la trama y los argumentos como si estuviéramos viendo un clásico de Pluto y Goofy. Con un telón de fondo nazi, que al final resulta ser lo que menos importa, nos sumergimos de lleno en un cruce de frenesís y delirios que no pueden armonizarse sin terminar en tragedia.
Recomendable bajársela...
Una realidad sin tapujos ni artificios, que, sin llegar al Dogma de Von Trier, da de lleno en los problemas y dramas, que a día de hoy nos sacuden sin sentido ni comprensión. Traspasa, cala y conmueve, porque miramos cara a cara a la descarnada realidad de nuestro verdadero ser. Nos miramos por dentro, sin piel ni hueso, a los ojos del alma. Nos damos de bruces con una impiedad de la vida y con esas pequeñas miserias que nos destrozan sin importar lo pequeñas que sean.
La callada pasión de las miradas y la contención imperiosa que ruge en el silencio sacuden taimadamente al espectador gracias a la excelente interpretación de los actores y a un notable guion. Unas escenas tan realistas y rebosantes de sentido que golpean a las conciencias por la verosimilitud de su innegable certeza. Un largo que habla tan claramente de los problemas y que además se guarda un irónico y pícaro giro para el final que trastorna el panorama maniqueísta pretendido desde el principio hasta el final.
El primer largometraje de Franziska Schlotterer, lo firma con un notable alto. La verdad es que hay poco que decir en contra de una obra que te deja pensando tardes, noches y días después de sus dos horas de proyección, intentando analizar, desgranar y comprender tal actitud de un personaje, tal escena, tal fotograma... Comparado con cierta grama del cine hollywoodense, por fin, tengo la suerte de ver después de mucho tiempo, una película donde no nos tomen por tontos. Donde no nos tenga que explicar la trama y los argumentos como si estuviéramos viendo un clásico de Pluto y Goofy. Con un telón de fondo nazi, que al final resulta ser lo que menos importa, nos sumergimos de lleno en un cruce de frenesís y delirios que no pueden armonizarse sin terminar en tragedia.
Recomendable bajársela...
viernes, 6 de abril de 2012
The intouchables
La imparable ascensión en taquilla de este film sencillo todavía es un fenómeno en nuestro territorio patrio al igual que lo ha sido en la nación gala de la que es origen. El boca a boca y el misterio por descubrir una gran obra en una pequeña película han creado parte de la magia que ha arrastrado a la friolera cifra de un millón de espectadores en tres semanas a las salas de cine en nuestro país...
¿Qué tiene un film como éste, -que en muchas circunstancias podría haber pasado desapercibido-, en un momento como éste? Un brote verde en medio de las disparadas y disparatadas cifras de déficit. Una historia real esperanzadora en medio de una de las peores crisis de nuestra historia. Encontrar la dicha en medio de la desolación irreparable de la parálisis. Ése es el quid de esta propuesta que descubre el no tan obvio oasis en el desierto, que solo estaba justo enfrente de nuestras narices.
La felicidad no consiste en lograr grandes metas, ni en ser admirado, ni pasarse la vida nadando entre billetes de 500... Saber disfrutar de la vida en la circunstancia en la que estés, estar en la compañía que te haga pasar unas impagables carcajadas diarias y sobre todo, vivir la invalidez como si no fuera un obstáculo para ser feliz, ni sentirse compadecido las 24 horas, forman parte de los verdaderos secretos de esta propuesta. Toledano y Nakache han hecho gran favor al respetable al no someterle a una sesión lacrimógena inmisericorde.
La autenticidad de la química entre los dos protagonistas es la baza más elemental sobre la que se sostiene el éxito de esta cinta. La aristocrática contención dramática del personaje interpretado por François Cluzet en contraste con el incontestable encanto natural del Driss de familia disfuncional de Omar Sy crean la circunstancia perfecta para que fluyan los diálogos y las situaciones cómicas. El clásico de la atracción de los polos opuestos funciona.
Un relato sencillo que llega al espectador por su espontaneidad y campechanía, basado e inspirado en hechos reales que nos hacen pensar que estas buenas historias también podrán ocurrirnos a nosotros. Incluso, con un broche de oro final tan alentador que hasta hace que parezca un sueño su verosimilitud... Pero, en fin, por qué vamos a negar las bienaventuradas probabilidades de que ocurra lo mejor... ¿por qué no?
¿Lo compramos?
¿Qué tiene un film como éste, -que en muchas circunstancias podría haber pasado desapercibido-, en un momento como éste? Un brote verde en medio de las disparadas y disparatadas cifras de déficit. Una historia real esperanzadora en medio de una de las peores crisis de nuestra historia. Encontrar la dicha en medio de la desolación irreparable de la parálisis. Ése es el quid de esta propuesta que descubre el no tan obvio oasis en el desierto, que solo estaba justo enfrente de nuestras narices.
La felicidad no consiste en lograr grandes metas, ni en ser admirado, ni pasarse la vida nadando entre billetes de 500... Saber disfrutar de la vida en la circunstancia en la que estés, estar en la compañía que te haga pasar unas impagables carcajadas diarias y sobre todo, vivir la invalidez como si no fuera un obstáculo para ser feliz, ni sentirse compadecido las 24 horas, forman parte de los verdaderos secretos de esta propuesta. Toledano y Nakache han hecho gran favor al respetable al no someterle a una sesión lacrimógena inmisericorde.
La autenticidad de la química entre los dos protagonistas es la baza más elemental sobre la que se sostiene el éxito de esta cinta. La aristocrática contención dramática del personaje interpretado por François Cluzet en contraste con el incontestable encanto natural del Driss de familia disfuncional de Omar Sy crean la circunstancia perfecta para que fluyan los diálogos y las situaciones cómicas. El clásico de la atracción de los polos opuestos funciona.
Un relato sencillo que llega al espectador por su espontaneidad y campechanía, basado e inspirado en hechos reales que nos hacen pensar que estas buenas historias también podrán ocurrirnos a nosotros. Incluso, con un broche de oro final tan alentador que hasta hace que parezca un sueño su verosimilitud... Pero, en fin, por qué vamos a negar las bienaventuradas probabilidades de que ocurra lo mejor... ¿por qué no?
¿Lo compramos?
domingo, 11 de diciembre de 2011
Mis queridos huesos...
Desde mi total desconocimiento de la novela original en la que se basa 'The lovely bones' ('Desde mi cielo', de Alice Sebold), la primera visualización de esta película, sin ningún condicionante, se puede resumir en una metáfora fantástica y preciosista que intenta eclipsar a toda costa la fealdad y crudeza del terrible drama que la desencadena.
Minutos y minutos de metraje de una dimensión romántica toman el predominio de este largo, donde apenas se vislumbra el relato real entre todo el despliegue del mundo celestial donde va a parar Susie Salmon (con una estupenda Saoirse Ronan), la niña asesinada.
Sin duda, no es de extrañar la composición de este enorme trabajo visual y plástico, acompañado de una notable banda sonora, propia y a la altura de un director de productos megalómanos como la trilogía de 'El Señor de los Anillos' (2001-2003) o 'King Kong' (2005). Este relato moderno tantas veces plasmado en el cine, se describe desde una perspectiva utópica que recuerda a las antiguas leyendas medievales y fantásticas. De hecho, algunos pasajes pueden traernos reminiscencias de filmes como 'Big Fish' (2003).
El espectador puede elegir perderse cómodamente en esos universos de ensueño. No obstante, la dedicación a esta dimensión irreal más de lo debido hace que el desenlace se resuelva insatisfactoriamente en poco más de una escena. Sabe a poco. Falta algo. Asimismo, la espléndida intepretación de Susan Sarandon como abuela de la protagonista, -extravagante, divina y osada-, o la interpretación de madre coraje de Rachel Weisz se quedan desaprovechadas en un film al servicio de la poesía estética y la belleza visual. 'The lovely bones' 'pincha' con un desarrollo argumental perdido en los delirios oníricos del director. La fantasía infantil al servicio del exceso. Sin embargo, no faltarán a quienes les encante esta explosión de imaginario fantástico ni quienes pasen unas buenas dos horas frente al televisor.
Etiquetas:
Mis queridos huesos,
Peter Jackson,
The lovely Bones
domingo, 10 de abril de 2011
Caperucita roja, ¿a quién tienes miedo?
El inminente estreno de la nueva versión postmoderna del clásico cuento medieval europeo, Caperucita roja, va a aparecer en nuestras carteleras el próximo 15 de abril, atrayendo (o no) a una oleada de adolescentes y post-adolescentes predispuesta a copar con furioso entusiasmo las salas cinematográficas españolas que la acojan.
No me pararé a analizar la empalagosa e idealizada relación de la pareja protagonista y el sempiterno triángulo amoroso que se representa. Tampoco se le pueden atribuir muchas incoherencias, pues la simplicidad de la narración guarda una lógica verosímil y comprensible que tampoco respira muchas pretensiones. Como tod@s imaginaréis, no es una obra maestra, sin embargo, tampoco echaré por tierra un producto que me ha hecho pasar una divertida distracción de fin de semana.
"Abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes...!"
La recreación de esta historia popular de nuestra memoria colectiva en una versión erotizada y maqueada para 'preadultos' del mítico relato, se transforma en un anzuelo por lo menos curioso. Ya solo en el trailer se puede apreciar un aire siniestro y efectista, mezclado con un impecable escenario, heredero de las clásicas películas de princesas de la Edad Media. De hecho, se han plasmado unas preciosas imágenes que destilan, por momentos, fotogramas cargados de una gran poesía estética. Su protagonista es la veterana en teen movies, Amanda Seyfried, que irrumpe con su pecaminosa caperuza carmesí en la impoluta nieve, como una irresistible chica mala, dotada con un físico explosivo y una límpida carita de ángel.
En resumen: todo en uno. Terror, erotismo y mocedad distorsionando peligrosamente la noble base cándida de la fábula y el cariño nostálgico que todos guardamos a la ingenua y pura caperucita de nuestro cuento. Por lo que se ve, nuestras más queridas heroínas infantiles también pasan por la pubertad. Un cóctel perturbador y sugestivo para el público objetivo que resulta, cuanto menos, morboso.
No obstante, precisamente, tanto por su estética, las reminiscencias y correlaciones con otros largometrajes modernos, puede hacernos dudar de si es un producto que merece la pena o no. No deja de hacer gracia transformar a la inocente niña del cuento en una adolescente del siglo XXI que va a por el 'lobo' y le gustan los problemas, aunque, tampoco traspasa la delgada línea 'roja' de caer en lo indecoroso, lo chabacano y lo vulgar.
Podríamos decir que el resultado de este film no llega a estropear la memoria de nuestro candoroso relato, pero tampoco deja de ser una versión hecha a medida para una juventud efervescente y quinceañera (y por qué no, también, veinteañera) que devora los libros de 'Crepúsculo'. El argumento y el discurso de la trama pueden ser bastantes previsibles, aunque también se guarda un golpe sorpresa que mantiene la intriga hasta el final como un buen film de entretenimiento.
No me pararé a analizar la empalagosa e idealizada relación de la pareja protagonista y el sempiterno triángulo amoroso que se representa. Tampoco se le pueden atribuir muchas incoherencias, pues la simplicidad de la narración guarda una lógica verosímil y comprensible que tampoco respira muchas pretensiones. Como tod@s imaginaréis, no es una obra maestra, sin embargo, tampoco echaré por tierra un producto que me ha hecho pasar una divertida distracción de fin de semana.
domingo, 19 de diciembre de 2010
A 3 MSC
No he visto Fuga de cerebros. Pero si ésta era un preludio fílmico de Fernando González Molina de su obra 'estrella' A 3 metros sobre el cielo, doy gracias a Dios de que no haber perdido esa hora y media de mi precioso tiempo.
Acudiendo al cine (después de mucho tiempo) en mi ingenuidad de 'vivir' una historia de amor adulcorada comercial, con la clara consciencia de que sería una versión cañí de las películas románticas teen hollywoodenses, he podido encontrarme con que ... sí, la ley de Murphy se cumple: cuando crees que algo ya iba a ser malo de base, es cierto: aún puede ser peor.
Desde los primeros minutos, parece que estamos asistiendo al visionado de un spot de gafas Ray-Ban o de un anuncio de la nueva Harley Davison. El encumbrado ídolo de adolescentes, Mario Casas, que hace aquí de rebelde sin causa, héroe posmoderno y príncipe azul de las quinceañeras de hoy, irrumpe como el motor de esta historia, sólo creíble para las mentes preadolescentes que imaginan su primera historia de amor idealizada. Sinceramente, aunque el chico se esfuerce, la cara de chulito (ostiable) con morritos ensayados de Casas, creo que no convencería a más de una. María Valverde, por el contrario, está perfecta en su papel de 'pija', aunque sus intentos interpretativos por hacer esta historia creíble son vanos, al verse inmersa en un producto global insostenible.
Parece que esta película la ha escrito y rodado un chaval de 16 años. Aunque la base del argumento (pija-conoce-a-chulazo) sea atrayente y despierte el morbo en más de un@, las inverosimilitudes del guión dejan este largo a una altura aún por debajo de algunas series españolas del mismo palo (Física o química, Al salir de clase...). El ridículo flashback que 'explica' la 'causa' de rebeldía del núbil muchacho, el inaudito enamoramiento carente de autenticidad y, sobre todo, el ilógico, forzado e incoherente final hacen que no me crea esta película de principio a fin.
No os dejéis engañar, niñas, el 'chulo' de vuestros sueños nunca mostrará signos de arrepentimiento, comprensión y fidelidad adultas, simplemente seguirá siendo un egocéntrico, mujeriego y autocomplaciente inmaduro que busca alcanzar el límite del sumun narcisista (hasta poder follarse a sí mismo). En cuanto al personaje de Mario Casas, no está trabajado en base a un individuo real, sino en una imagen superficial proyectada por el estereotipo.
Si desgraciadamente películas como ésta son las que se hacen con las cifras de taquilla más fructuosas del año y los productores españoles empiezan a invertir en este tipo de cuentos basados en pastelosas novelas de autores italianos, bonito panorama le espera al cine español: R.I.P.
El único momento realmente emocionante es cuando Babi va por a carretera y observa la frase que da título al film pintada en grande sobre el dorso de un gran puente... Diréis que es una cursilada, pero, oye, una también tiene su corazoncito.
Etiquetas:
a 3 msc,
a tres metros sobre el cielo,
maria valverde,
mario casas
Suscribirse a:
Entradas (Atom)