viernes, 17 de julio de 2009

Mis noches de arándano...

Podría ver una película muda de Kar Wai sólo por su fascinante utilización del color.


La delicia estética se desborda por cada uno de los fotogramas de esta 'road movie'. Ese universo impregnado de una combinación exquisita y exhuberante de colores, convierte hasta el paisaje más humilde de una cafetería de poca monta en un escena de La Cenicienta. Es impresionante ver desfilar ante la pantalla esa sucesión de imágenes perfectamente elaboradas y pensadas para sumergirse de un tirón en esta obra maestra gráfica y sensible.

Desde 2046, cada vez me fascina más la pericia técnica de su director, Wong Kar Wai, a la hora de situar una historia en un mundo corriente, convertirlo bajo el toque de su varita en un cosmos fantástico. Además, no limitándose sólo al virtuosismo decorativo, también edifica en su delicioso escenario una historia intimista, emotiva y con sentido.

El romanticismo de Kar Wai, una vez más, ciega al espectador. Más optimista y viva que sus antecesoras como Deseando amar, aunque menos trágica y con más contenido que Chunking Express, My blueberry nights se desmarca y supone un culmen en su filmografía. Las carencias y puntos flacos de todos sus trabajos anteriores, se liman y se difunden en este un cuento desenfadado, mas no carente de sustancia, ni de la poesía rezumante que le caracteriza.

La cantante Nora Jones, recalcitrada aquí como solvente actriz, se desenvuelve encarnando la sutileza, sencillez y sensibilidad de Elizabeth -su personaje-, aunque algunos momentos se vea eclipsada con facilidad por las apariciones de Natalie Portman o Rachel Welchz, cuya belleza y magnetismo dejan una impronta abrumadora en el film, tanto por su presencia interpretativa como por la fuerza de las féminas de la historia. Sendas intervenciones plasman una huella profunda y determinante en el desarrollo de los acontecimientos y suponen dos puntos de inflexión en el viaje de la protagonista.

Un cuento que termina cerrando el círculo y con una importante lección: a veces queremos refugiarnos en un pasado doloroso por miedo al cambio en nuestras vidas, a que podamos perder algo que ya no tenemos. Quizás por eso, dejamos las llaves guardadas para lo que pueda suceder en un futuro... No obstante, quizás estemos refugiándonos en algo que no es real. Incluso cuando la puerta que queríamos traspasar esté abierta delante de nuestras narices... y podamos entrar... No sea allí donde creíamos, el destino que buscábamos. Quizás se encuentre en otra habitación donde no hay que preocuparse por la llave.