lunes, 1 de octubre de 2007

El alma en una canción

Nunca me había gustado Penélope Cruz. Mosquita muerta, poca cosa, morritos... Siempre se encuentran excusas para que desechar algo que rechazas en una primera instancia. Sucede hasta que las cosas cambian en algún punto del camino y tienes la humildad de reconocer esa inflexión. Ese preciso momento se cumplió al oír el sonido seguro del caminar de sus tacones, al ver su trasero con más prominencia en la pantalla, escuchando un tono más arrabalero y sentiendo un implacable poderío y fuerza innata. En resumidas cuentas, una nueva Pe bajo las fachas de uno de sus personajes. Un baño en otra nueva personalidad que no tenía ninguna relación con lo que Pene Cruz siempre ha supuesto para mí.

Era a Raimunda a la estaba viendo -"Aquí estoy yo y olé mi arte"-. La admiración que despiertan en mí ese tipo de mujeres, me ha hecho irresistible no enamorarme de esta creación del controvertido director manchego. Compruebo por primera vez que Penélope Cruz es actriz.

Ya era hora de que algún español nos descubriera tan artísticamente el alma profunda de Castilla. Quizás peco de ignorancia, pero hasta donde yo sé (que tampoco es que sea una experta), deben de haber pasado décadas antes de poder encontrarnos con un director que realizara de manera tan safisfactoria una historia tan bien construida y entrañable. Entrañable porque cada uno de los personajes de Volver te llega hasta las entrañas.

La gran mayoría del cine español padece de lo mismo. Se intenta mezclar costumbrismo y humor con un trasfondo de ternura. Pero en ese tándem, uno de los tres pilares siempre acaba por flaquear. Volver es una de esas películas que ha elaborado la mezcla a la perfección, y además, impregna a cada uno de sus fotogramas con un toque de poesía. La poesía que se puede encontrar en una peluquería, en un barrio periférico de Madrid o en las casas antiguas de los pueblos de La Mancha. La cuestión es primero, verla. Luego, saber enfocarla. Después de la trágicamente sufrida Hable con ella, Almovódar acaba superándose una vez más. Éste último largometraje dispone de humor y costumbrismo en la perfecta medida para hacernos reír y llorar de una imagen a otra. Imaginarnos que no estamos viendo una película, sino sumergirse en las alegrías y tragedias de una vida tan real como la del vecino que saludamos todos los días o la persona que aparece delante del espejo.

El alma de nuestras vidas atrapada en una canción...'Volver'


'Aquí estoy yo y olé mi arte'