"Me gusta tu mirada cuando te hablo..."
Mírala a los ojos y tiembla.
La gentil ingenuidad y la simultánea osadía de Lila se presentan al espectador con la evocación de las más provocadoras imágenes oníricas recitadas por de la boquita de un ángel.
Una explosiva sensualidad desplegada con la turgente voluptuosidad de Vahina Giocante adentra, en un primer lugar, al reservado e intimidado protagonista, Chimo, en un desconocido universo repleto colores y sensaciones. La sola presencia distante de Lila, convertida en su musa, le corta la respiración y rasga su interior. Por un segundo es totalmente vulnerable, una masa informe que se desmenuza, un alma incapaz de hablar e incapaz de actuar ante otra presencia que le roba los sentidos, las fuerzas, la voluntad.
Una explosiva sensualidad desplegada con la turgente voluptuosidad de Vahina Giocante adentra, en un primer lugar, al reservado e intimidado protagonista, Chimo, en un desconocido universo repleto colores y sensaciones. La sola presencia distante de Lila, convertida en su musa, le corta la respiración y rasga su interior. Por un segundo es totalmente vulnerable, una masa informe que se desmenuza, un alma incapaz de hablar e incapaz de actuar ante otra presencia que le roba los sentidos, las fuerzas, la voluntad.
La actuación perfectamente calibrada de la rubia actriz se balancea entre una calculada inoncencia y el borde de la zafiedad más despreciable. Una escuálida frontera que en ojos y boca de otra actriz quizás no hubiera dotado de toda la magia y exotismo que contiene la película.
Su director, el libanés Ziad Doueiri, ha sabido exprimir al máximo la mayoría de las secuencias.
Destaco quizás la mejor de ellas en toda la proyección: un simple paseo en bicicleta muestra al espectador como una suburbial atmósfera urbana se convierte en un poético escenario, donde el alumbramiento de tiernas emociones se desatan a través de la manifestación de un cuadro repleto de delicadeza y dulzura donde se desenvuelven los primeros coletazos del amor.
Su mejor baza es su tratamiento artístico, tanto la estupenda banda sonora como la realización, que elevan a esta historia de amor a un nivel superior más allá de la clásica presentación cinematográfica de la iniciación amorsosa en la adolescencia. Podríamos decir que Doueiri hace poesía.
Su mejor baza es su tratamiento artístico, tanto la estupenda banda sonora como la realización, que elevan a esta historia de amor a un nivel superior más allá de la clásica presentación cinematográfica de la iniciación amorsosa en la adolescencia. Podríamos decir que Doueiri hace poesía.
Respecto al desarrollo y los demás temas sociales que se presentan, los personajes secundarios y el desarrollo final de los acontecimientos muestran un previsible desenlace. Los últimos puntos de giro de la historia no se encuentran al mismo nivel que el tratamiento artístico. Personajes secundarios y cuadros sociales estereotipados o ese final condescenciente "made in Hollywood" restan credibilidad y potencial a una historia que podría haber sido realmente transgresora y conmovedora.
Aún así, la mera sonrisa queda y los movimientos de Giocante te dejan sin habla ante todo ese torrente de delicadez y poética. Un útlimo mensaje final que declara las intenciones de Lila es también una baza de sinceridad y realismo que descubre la verdadera esencia de Lila.
Las apariencias como siempre engañan. A veces hay que mirar más allá de las palabras para adivinar la vulnerabilidad que se esconde detrás de la coraza.
Las apariencias como siempre engañan. A veces hay que mirar más allá de las palabras para adivinar la vulnerabilidad que se esconde detrás de la coraza.
3 comentarios:
Hola Clara acabo de descubrir tu blog. Es la primera vez que entro y me gusta la manera que tienes de acercarte al cine. Te dejo un saludo y felicitaciones.
Por que escribe usted en dificil.
Yo con "Lila dice" disfruté muchísimo, me parece una joyita.
Publicar un comentario